Y alcanzo la cincuentena de libros leídos en un año por segundo año consecutivo con esta obra sátira y antibélica. Es una obra bastante conocida y con relativas buenas críticas, pero a mí particularmente, sin que sea mala ni aburrida, no me ha entusiasmado.
He leído muchas novelas que me han hecho reir más que ésta, mejores novelas con mensaje antibélico, mejores sátiras y con más brillantez, pero aunque he de reconocer que esta es de las más complejas y bien logradas en cuanto a su hilo argumental dentro del género.
Creo que se merece estar en un lugar destacado de la literatura, y mi no entusiasmo radica más en una percepción personal que en un motivo objetivo. La novela no me enganchó, la leía de vez en cuando y a ratos ( la he leído a la vez que estoy leyendo otras dos, las cuales reseñaré en breve ) y no tenía un especie interés en agarrarla para devorarla ni para dejarla, eso explica el largo tiempo que ha pasado entre mi anterior reseña y esta.
Existen diálogos y paradojas muy interesantes, como la Trampa 22 que da nombre a la novela o situaciones absurdas y prácticamente kafkianas que demuestran una fina inteligencia por parte del autor. Una que destaco es que cuando se le acusa a uno de los personajes de escribir y firmar una carta, se le pida que escriba una frase y precisamente el hecho de que la letra no coincida con la letra de la carta es la causa que incrimina al personaje, porque si fuera inocente no tendría que haber simulado una letra distinta cuando le pidieron que escribiera. Como esas hay varias que hacen que el libro valga la pena leerlo.
Resumiendo, recomiendo esta novela a todo el mundo, porque estoy convencido que muchos la disfrutarán mucho más de lo que yo mismo lo he hecho y tengo la convicción en este caso, que mi opinión no es del todo justa con la novela, por eso reitero que es una percepción personal y la recomiendo.
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